El último refugio de la estupidez
Terror | En Dead Set se mezclan zombis y el Gran Hermano. Mientras afuera reina el caos y todo se vuelve sangre y vísceras, la casa donde viven los participantes del reality-show es el único lugar que queda a salvo. Una burla del destino. La serie, por I-Sat.
Fito Paniagua
La señal de cable I-Sat emitió, el fin de semana pasado, los cinco capítulos seguidos de la serie británica Dead Set, escrita por Charlie Brooker, realizada en 2008 y emitida en Inglaterra por el canal E4 en cinco noches consecutivas.
Es una historia sangrienta, con zombis hambrientos de carne humana que
asuelan el país, mientras se desarrolla una de las ediciones de Gran Hermano.
Todo comienza con la salida de una de las participantes del reality-show, Pippa, nominada y votada
para abandonar la casa. Hay escenas de gente vivando sin control a la
desalojada, como las que pudimos ver en la televisión argentina. ¿Se acuerdan
de Tamara o de Gastón?
La conductora del reality-show es
Davina McHall. En la serie hace de ella misma, ya que, cuando Dead Set se filmó, era la presentadora
del Big Brother inglés. Es la Soledad
Silveyra de los primeros Gran Hermano
argentino.
Los muertos vivientes se reproducen por doquier y llegan hasta los
estudios de E4. La gente es mordida e
infectada y todo se vuelve sangre y vísceras.
Solo la casa donde viven los participantes del reality está a salvo. Su particular construcción para “aislar” a
los chicos durante meses, con pasillos oscuros donde están las cámaras que lo
ven todo, la convierte en una fortaleza.
Imaginen cómo es sobrevivir allí sabiendo que, en el momento menos
pensado, algún zombi podría hallar la entrada y que escapar sería entregarse a
la masa desesperada de carne humana que espera afuera, aun cuando los
zombis no son precisamente inteligentes y se podría burlar su asedio con cualquier
artimaña cuidadosamente elaborada y ejecutada.
Una de las acepciones de la palabra zombi es justamente ‘atontado, que se
comporta como un autómata’. En Dead Set
queda más que comprobado que no es la inteligencia lo que prima en el desenlace
de la historia.
El final, aunque inesperado, es el mejor. Sería un despropósito que, amenazados
por seres atontados y autómatas, el último refugio de la humanidad sea la casa
donde, por lo general, va gente atontada y autómata que no es zombi.
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