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3.4.15

Encuadrar los hechos

MEDIOS


No es lo mismo | Presentar el puñetazo de una mujer a un hombre tras un accidente de tránsito como un caso de violencia de género no solo es desmedido, sino inapropiado e irresponsable.  

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El diario chaqueño Norte tituló hace unos días, en su edición digital, “Violencia de género: una mujer golpea a un hombre después de un choque”. Se refería a un episodio ocurrido en Bahía Blanca tras un accidente de tránsito.
“Las cámaras del Sistema de Prevención y Vigilancia (Siprevi) filmaron un choque en la intersección de las calles Sixto Laspiur y Rondeau, de la ciudad bonaerense. La mujer pega una trompada que voltea al hombre del otro auto”, dice la nota, que tiene como fuente al diario La Nueva Provincia.
Esos escasos datos sobre el episodio alcanzan para advertir que un puñetazo de una mujer a un hombre en esas circunstancias no es violencia de género. Considerarlo así no es solo desmedido, sino inapropiado e irresponsable.
Es cierto que la violencia de género incluye a hombres y mujeres como víctimas, más allá de que es común asociarla con los casos de violencia machista. Pero es mucho más que un golpe propinado por parte de un hombre a una mujer o viceversa. El puñetazo de la mujer del choque en Bahía Blanca es violencia, pero no de género. 
Según ONU Mujeres, la violencia de género es “aquella dirigida contra una persona en razón del género que él o ella tiene, así como de las expectativas sobre el rol que él o ella deba cumplir en una sociedad o cultura”.
La expresión es la traducción del inglés gender-based violence o gender violence, difundida a raíz del Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995. Con ella se identifica la violencia, tanto física como psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su sexo, como consecuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de estructura patriarcal.
El término género, que en español es distinto de sexo, se impuso para aludir a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. En esa línea, se habla de estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etc.
Sin embargo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados señaló, en 2000, que la violencia de género podía catalogarse como una “violación de los derechos humanos” que afecta a “mujeres, hombres, niños y niñas, aunque son ellas las que predominantemente son víctimas”. Es un tipo de violencia que “se dirige en contra de una persona sobre la base de su género o sexo”, definición que es compartida por diversas organizaciones internacionales, entre ellas la Unicef, la Corte Penal Internacional y el Observatorio de Derechos Humanos (Human Rights Watch).
El Estatuto de Roma, la base constitutiva de la Corte Penal Internacional, señala que el término género “se refiere a los dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad”, por lo que la violencia de género “engloba cualquier acto perjudicial perpetrado en contra de la voluntad de una persona y basado en las diferencias de atribución social (género) entre hombres y mujeres”.
Así, la violencia de género incluye violaciones sexuales, prostitución forzada, explotación laboral, el aborto selectivo en función del sexo, violencia física y sexual contra prostitutas, infanticidio femenino, castración parcial o total, ablación de clítoris, tráfico de personas, violaciones sexuales durante período de guerra, patrones de acoso u hostigamiento en organizaciones masculinas, ataques homofóbicos hacia personas o grupos de homosexuales, bisexuales y transgéneros, entre otros.
La mujer de Bahía Blanca no golpea al hombre en razón de su sexo, sino porque reacciona violentamente tras el choque y, seguramente, habría actuado de la misma manera si delante suyo hubiera estado una mujer. Los medios deberían ser más responsables al encuadrar determinados hechos.

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